DESCUBRIENDO


Volcar en una hoja en blanco tantos sentimientos , no me resulta tarea fácil.

Pero tratare de ir ordenando los hechos y con ello mis sensaciones.

Hace una semana cerré el taller de “Mi hogar…un sentimiento.”

Fue pensado como un taller corto de verano. Era mi debut como coordinadora de taller y mi intencion era probar “haciendo “y no pensando, con lo cual me zambullí en su armado y en dejarme llevar por el deseo de hacerlo.

Por otro lado hace aproximadamente un año comenzaba el taller de ingreso al Programa

Dos hechos aislados en lo aparente pero imbricadamente unidos.

¿Preguntarme a un año que encontré en el programa?

Es poco en palabras pero inmenso en sensaciones y emociones.

Definitivamente el Programa es el lugar donde me potencie, donde encontré ese espacio que necesitaba para desplegar mis recursos

Aquí comencé a conocer gente tan diversa y diferente en la que jamás hubiera pensado que podría tener algo en común. Mi horizonte se abrió como un nuevo libro.

Y ahí confirme algo que había escuchado en el ingreso que decia el Lic Campelo… “ juntos aunque nos estemos de acuerdo”y empecé a entender que lo diferente era tan importante como lo propio y aun mas, eso justamente abria mi cabeza y me sacaba de la "situacion de ombligo "enriqueciendome enormemente.

.

Una red que te sostiene y en la que uno sostiene a otros; pero desde lo gozoso, no desde la culpa, el deber o el asistencialismo .

Siempre desde el Deseo, siempre desde el Gozo . Dos palabras que de golpe pasaron a ser “ Lei Motiv “ en mi vida.

Y se vuelven a unir los hechos , ya no solo en mi pensar también en mi sentir.

El taller que coordine, me dejo el sabor de conocer una multiplicidad de miradas, distintos de modos de apropiarse ( en el caso particular de mi taller) de los espacios de los hogares de cada compañero pero extendiendose también a las diferentes maneras en cada uno se va apropiando de sus emociones, sus miserias, sus grandezas, en fin de sus vidas.

Pero lo que mas me emocionaba era ver el deseo mio y el de los integrantes del taller de " compartirnos y escucharnos " Como tambien escuche en el Ingreso " de traernos".

Confirme una vez mas, como todos poníamos algo en esa mesa y el resultado de esa suma era una” sopa” espectacularmente exquisita y llena de matices.

Me retumbaban el oído “… nadie es tan pobre que no tenga algo para dar frase que había escuchado por primera vez en el ingreso.

Se desplegaban sobre la mesa todos los temas que nos atraviesan: los recuerdos, los hijos, las parejas, los vínculos, nuestros espacios, y en ese despliegue sucedía algo mágico: reconocerme en las palabras de mis compañeros.

Y volviendo a la otra pata del relato , hacia un año me sentaba en la mesa del Bar Galeno frente a las coordinadoras del taller de Ingreso ( Felisa Chalcoff, Sofia Koval y Mirta Karo) quienes empezaban a contarme acerca del Programa , de un montón de conceptos que hoy me suenan tan cotidianos y sin embargo no hace muchos los incorpore .

Me sentaba en el Bar Galeno llena de dudas pero con la intuición que ese era el primer paso que auspiciaba un sin fin de emociones y sentimientos que día a día me los llevo después de cada taller de coordinadores, de cada taller en los que participo como asi también lo hacia después de terminar el taller que coordinaba

Hay un solo sentimiento que me viene a la cabeza al poner todo lo que siento en palabras….

Que alegria que exista un lugar donde uno pueda contactarse con todo esto y poder asi (esto también lo escuche en el Ingreso) “desplegar su ser.”

Gracias.

Mariana Chalcoff

Reunion de Coordinadores Viernes 17 00hs

Venganza Literaria-Bea

"Se acerca otra vez el momento fatídico. Todos los años es lo mismo.
Por una semana se olvidan de nuestro destino, del propósito para el que estamos en el mundo y se dedican a humillarnos de todas las maneras posibles. En realidad es más de una semana, ya que a la misma la antecede su preparación. Lo llaman orden, pero es una forma diferente de tortura. Nos despiertan bruscamente, nos sacuden y nos apilan en grupos. Y todo para facilitarle la tarea a Ella.
Como todos los años va a entrar como la Reina de corazones escapada de las aventuras de Alicia, se va a pasear por los pasillos de nuestro hogar de tránsito como si recorriese los jardines de palacio, absolutamente indiferente por nuestro interior. Por supuesto va a llegar rodeada de su séquito, siempre pendiente de todo lo que dice y deseoso de cumplir su real voluntad y tan ajeno a nuestros sentimientos como ella.
Fuimos concebidos para preservar y transmitir a las próximas generaciones los conocimientos y las creaciones de los hombres. Cómo podemos permitir que nos rebajen a un simple número en sus indignas planillas. Cómo podemos permitir ser manoseados por gente que sólo nos toca por obligación, considerándonos trabajo. Ella y sus súbditos no nos sacan de nuestro sueño por placer, no somos sus fieles compañeros, nunca enterraron su nariz en nuestro cuerpo para gozar de nuestro olor.
Y para agravar más la situación, esa semana significa cárcel, nos dejan acá, en el hogar de tránsito imposibilitados de salir en busca de mejores ambientes y, por qué no, nuestro hogar definitivo.
Hermanos, creo que esta vez es el momento de poner límites a estos abusos. No está en nuestro ser, pero debemos encontrar la forma de pasar a la acción."
La audiencia asintió en silencio, ya que todo lo hace en silencio.
Dos días más tarde, lunes de inicio de inventario anual en el depósito de la editorial, la estantería de narrativa latinoamericana cayó sin aviso. Esto provocó un efecto dominó sobre el resto de las estanterías, con su contenido, provocando corridas y espanto.
Uno de los operarios que trabaja habitualmente afirmó que el incidente se inició cuando la jefa del departamento contable, que se encontraba allí con los miembros de su departamento para realizar el recuento de libros, sacó de la estantería un ejemplar de Cien años de soledad, edición conmemorativa para pasarlo por el lector de códigos de barra e iniciar el conteo de los mismos. Las estanterías estaban en buen estado y bien firmes al cerrar el depósito el sábado al mediodía, por lo que no se explicaba la causa del accidente.
La jefa del departamento fue la única víctima fatal.

Las tres lanchas y yo-Graciela

Es una mañana cualquiera me levanto como de costumbre. Mi marido ya ha partido a su trabajo. Empleado bancario, de alto rango, de reuniones y trajes almidonados.
Preparo mi café, enciendo la televisión para ver las noticias. La temperatura no cambiará, el asesino serial sigue sin aparecer, el donante para el hombre que se muere.
Ana, así me llamo. No tengo hijos. Después de insistir con varios tratamientos médicos, decidí abandonarlos. Es una rutina muy difícil de cumplir, los horarios, los laboratorios colmados de gente, las idas y venidas al centro.
Esa misma mañana salgo al parque de mi casa, observo que en mi piscina pasean unas lanchas que producen un ruido a motores en acción que estalla contra el vidrio de la ventana de mi escritorio. Son tres lanchas. De colores variados. La primera es amarilla y azul, como el color de mi equipo de fútbol preferido,conducida por un futbolista pelilargo de unos veinticinco años. La segunda es piloteada por un boxeador parecido a Bonavena. Pantalones blancos, guantes negros. La última es de color verde, manejada por un hombre canoso, con un maletín lleno de libros de literatura universal.
Ellos me miran y me invitan a viajar.
Pienso que todo es una alucinación, que aún no he despertado de mi sueño nocturno.
Regreso a la cocina, termino mi café. Vuelvo al lugar y ahí están los tres mirándome y esperándome. Les sonrío, me sonríen.
Vuelvo a entrar, casi corriendo. Telefoneo a mi marido .Le cuento lo que sucede. Sólo me dice que cuando llegue a casa resuelve el problema. Piensa que estoy a punto de estallar en mi locura. Se olvida del tema y sigue con el cliente con el que está cerrando un trato.
A la noche nadie habla del asunto.
Durante la mañana siguiente vuelvo a verlos a los tres. No cuento nada. Ya no me asombran los visitantes. Los siento mis amigos.
Sus apariciones suceden durante cinco días seguidos.
En todo este tiempo se amontonan en mi memoria las cosas que hubiera querido para mi vida :ser madre de cuatro hijos, descollar como pintora , inventar una fórmula para erradicar el cáncer, correr por la calle como un niño, sentarme en cualquier hamaca de un parque, estar al lado del Che Guevara, conocer a Napoleón, viajar en las tres carabelas cuando llegan a América, ser un aborigen, acompañar a Carpentier en sus pasos perdidos, levantarle el ánimo a Kafka, sentarme en un café con Neruda, ser amiga de Cleopatra, vivir en Japón, besar a Cortázar.
Es en ese día, el quinto, cuando me decido y tomo mi maletín con cinco o seis de mis libros preferidos y me desplomo en la lancha color verde.
Me voy con ellos. El mundo nunca más me vuelve a ver.
A mi marido no le llama la atención…Hace un tiempo que está rara, murmura.
Lo que no se puede explicar es como la piscina desaparece del parque de mi casa.
Alguien dice por ahí, “hay cosas que la razón no entiende”

Reencuentro-Mariana

Llegue a la estacion de trenes de Retiro Baje del tren.
El calor se sentia mucho, los olores eran nauseabundos.
Estaba muy nerviosa. Sentia mis manos transpiradas y el corazón que me latía con furia
Lo vi., era él. Indefectiblemente y sin dudas era el
Tantos años imaginándolo, pensándolo y aquí estaba, a pasos de mi.
Estábamos tan solo a unos metros separados y sin embargo había tanto que nos unía
Nunca se había concretado nada en nosotros, _ nunca había pasado nada- solian decirme mis amigas
Sin embargo el deseo estaba ahí, a flor de piel, el deseo irrefrenable de acercarme, de tocarlo de sentir su olor.
Lo vi mas viejo, mas cansado, mas desprolijo
Tal vez lo vi como era realmente, no como lo habia imaginado , es que habia vivido entre bambalinas de fantasias.
Lo que sea, el punto era que lo habia visto , que finalmente conecte con la realidad, con su realidad, con su autentica autenticidad.
Sus ojos ya no eran los mismos. Su mirada, ahora turbia ya no me decía nada.
Sin embargo su piel seguía teniendo ese encanto que tanto me atraía y que durante muchos años me tuvo obsesionada, olia como siempre y ese aire italiano que lo caracterizaba lo seguía llevando igual
Cuando fue que empezó todo a desintegrarse? Cuando se fue el amor?
Mejor dicho cuando dejo de fascinarme todo aquello que me enamoraba, cuando dejo de encandilarme?
Eso ahora no importaba _ ya fue !!.... me dije ..
El punto era que lo tenia cerca, demasiado cerca, aunque empezaba a preguntarme para que?
Para querer sentir que su mirada me irradiaba y me energizaba como antes?
Para imaginar que vuelvo al pasado, ese pasado que me confunde y me muestra sin duda , dia a dia que he elegido el mejor camino.
Deje de preguntarme tanto y fui hacia donde el estaba
- Hola, le dije con mucha timidez y temerosa del rechazo que ya empezaba a percibir
- Hola, me contesto con mirada gélida…
Automáticamente empecé a alejarme sintiendo que todo había sido en vano, que todo ha sido otra fantasía nuevamente, querer que èl otro sea lo que no fue ni nunca hubiera sido
Pienso que podría haber obviado este momento, este encuentro y que nada cambiaria en mi vida .
Pienso que tal vez el tiempo ha dejado sus huellas, y que ahora si las podía ver

Sobresaltos-Bea

Suena el timbre. Son las cuatro de la mañana. Hora de sobresaltos más que de visita. Ariel no se despierta, sigue durmiendo ajeno a todo. Atiendo, Andrea está abajo. ¿Cómo llegó ahí desde Rosario? ¿Qué hace a 300 km de su cama?
Bajo a abrirle. Su cara me preocupa, no es la de siempre. Algo la angustia, se le nota en el pelo, más alborotado que de costumbre. Le pregunto qué le pasa.
Empieza a contarme, sin pausas y de paradas en la puerta.
- Viví el día de ayer en un mundo alternativo. Necesito hablar con alguien que me haga sentir que nada pasó, que todo sigue sin cambios.
- ¿Por qué lo decís? ¿Qué te pasó?
- Cuando salí para el trabajo, todo era normal. Pero en la oficina empezaron las sorpresas. Un ramo gigante de rosas se sentaba en mi escritorio, con una tarjeta que decía Feliz aniversario y la firmaba tu marido. ¿Aniversario de qué? ¿Cuál marido? Decidí ignorar el tema, pensando que era un error y dedicarme a trabajar.
A la salida de la empresa, llegó la sorpresa número dos. Raúl me esperaba en la puerta para llevarme a casa. Así llegamos antes, me dijo, porque los chicos nos esperan. Te imaginarás que el diálogo me aterrorizó. Hacía seis meses que no veía a Raúl. La última vez fue cuando lo dejé por su conducta obsesiva y sus celos sin razones. Nunca tuvimos una casa juntos y mucho menos, chicos. No supe qué decirle, así que opté por mi conducta habitual, salí corriendo y me metí en un taxi que me lleve a MI casa.
Y ahí, el miedo se transformó en espanto. Y mi cabeza no sabía qué creer o qué esperar.
Mi juego de llaves no funcionaba. Le toqué el timbre al portero, no era Néstor ni "Jarrón Chino", sino un reemplazante desconocido. Después de una larga charla, conseguí que me dejara subir. La llave del departamento tampoco servía y nadie me contestaba el timbre. Todo era silencio.
Salí sin rumbo a la calle, pensando dónde podría estar mi familia cuando lo vuelvo a ver a Raúl en la esquina. No podía enfrentarlo, así que volví a correr hasta perderlo de vista. Y cuando estuve segura de haberlo despistado, me subí a otro taxi y de ahí a la terminal, tomé un ómnibus a Retiro y aca estoy. Necesito que me ayudes a entender qué me está pasando.
Después del monólogo se serenó un poco.
- Vamos despacio - le dije. Subamos que acá está fresco. Tomemos un café y pensemos que puede estar pasando.
Mientras entramos, veo que me mira fijo y palidece. Su cara es la expresión del susto. Su presión baja le juega una mala pasada y se desmaya. ¿Se habrá asustado de mis canas o de mis nuevas arrugas? Tengo que despertar a Ariel para que me ayude a subirla para que se recupere y avisarle a Raúl que su esposa está conmigo.

La Mar-Mariana

Su bravura cotidiana nunca ha dejado de desconcertarme, aunque algunas veces parece que deja su enojo y se transforma por un rato en un planchón inmenso, calmo, desconfiado.
Su ir y venir interminable, indefinido, infinito, sus ritmos en las noches de los inviernos y veranos; por meses, años y siglos , en definitiva… ¿eso importa?
Siempre esta ahí, tendido, expectante,
Se comunica sólo a través del ir y venir de sus olas.
Ese es su ritmo, esa es su esencia.
A veces lo veo con esa tranquilidad tensa que lo caracteriza, otras furioso, furibundo estallando en millones de olas.
Nadie sabe dónde empieza y tampoco cual es el punto exacto donde termina, no obstante, siempre esta en el mismo lugar, pero… ¿eso también importa?
Hay un mundo desconocido, sin luz lleno de vida en su interior, parecido a la propia sombra, como la mía, la tuya, la de ud, la de ellos.

Esa sombra, es el canal que busco, el que me transporta.
En el afuera, el sol y la vida parece desplegarse, así ilimitadamente entera, sin nada que se interponga entre lo que veo y lo que es.
Yo lo busco siempre, mi mirada se transforma al ritmo de su ir y venir.
Vaya a saber qué cosas inconfesables aparecen en mi mente cuando acompaño sus movimientos.
Tan solo se de él y de mí un par de cosas: que en mi alma somos uno, que lo extraño cuando no lo veo, que renazco intensa y llena de vida cuando me encuentro nuevamente con él.


Hay una parte mía que queda fijada en su incansable ir y venir.
Cuando lo dejo, cuando lo abandono, él permanece siempre ahí , siempre a mi alcance, siempre a mi espera.
Su incondicionalidad, su inagotabilidad, su finitud.

¿Son la savia que necesito? ¿Será eso lo que realmente busco?
Su incansable energia, la bruma fresca que despide en las noches, sus furias en los dias tormentosos, su bullicio constante y sus ritmos perfectos me invitan a desearlo con la misma fruición que estoy sintiendo ahora, acá mismo, mientras escribo sobre él.


MK-2008

Consultorio-Ana María

Juliana estaba citada sin turno en el consultorio de su dentista, así es que se disponía a esperar, trayendo consigo un libro de novelas que había comprado la semana anterior en la librería que habitualmente visitaba.
Por suerte o por desgracia cuando abrió el estuche de sus anteojos, un lente cayó al suelo y le fue imposible pasar un rato agradable leyendo.
Su timidez no le impidió echar un vistazo a los otros pacientes en la sala de espera. Una sala bastante pequeña, alfombrada en verde, que daba a la calle. Desde la ventana podía ver una obra en construcción, muchísimos autos y un barullo enloquecedor.
Los pacientes eran cuatro pero al intentar ver cómo era uno de ellos, fue llamado por la dentista y no pudo ver más que sus cabellos largos y oscuros.
Quedaron tres. Juliana invento que la señora sentada frente a ella era la madre de los otros dos y comenzó a imaginarse cómo era la vida de ellos. Mientras sus pensamientos divagaban tejiendo una increíble historia familiar, se topo con la mirada del mayor de los hijos de la señora y un hilo de incomodidad obligo a desviar muy rápido sus ojos a la ventana ruidosa. Los ojos del joven eran verdes, estaban escondidos detrás de su cabello pero aun así lograban resaltar su tez blanca sin tiempo. Vestía ropa común, bastante arrugada, zapatillas modernas.
Nuevamente sin entender sus miradas se atrajeron.
Nuevamente incomodidad. Aunque esta vez decidió prestar más atención a lo que ellos querían decirle. Su mirada parecía dura, se sintió intimidada, juzgada.
Su hombros estaban encorvados, y sus gestos lentos, tristes. Su mirada no tiene nada que ver con él-se dijo para sí Juliana.
Volvió a observarlo, volvieron a encontrarse.
Esa intranquilidad le dijo que él la conocía. Pero de donde me conoce? – se pregunto Juliana.
Reviso mentalmente su agenda, su celular, sus amigos, algún amigo de sus amigos, algún primo de sus primos pero nada, búsqueda infructuosa.
Una última mirada mortal la atrapo y finalmente conmocionada recordó.
Si se conocían y muy bien. Habían sido amantes. Ella enloqueció por el amor tortuoso, fogoso lleno de pasión que la llevo a su fin.
Sus ojos la conocían porque ella lo había dejado, por eso el la había matado.
Se habían amado en otra vida, en otra época aunque jamás le perdono haberse muerto.
Juliana se fue del consultorio sabiendo algo nuevo y lleno de certeza. Se reencontraron pero esta vez no iba a morir.

C13 - Suspenso - Graciela

SUSPENSO I. GRACIELA.( versión final).



"Esta noche es sólo para mí", pensó.


Todos duermen en casa. El perro dejó de ladrar hace un rato. La tortuga ya se acomodó en su rinconcito preferido del parque. A sus pies está sentado Francisco, un gato gordo y perezoso. En el invierno era un acolchado confortable, en el verano le venían ganas de pegarle una patada y mandarlo al patio, al living, al mundo. La tranquilidad es plena.


"Bueno, y ahora qué..."



Se sentó en ese sillón confortable que le regaló un amigo hace unos años. Era su preferido, de color negro y con rueditas que se deslizaban torpemente emitiendo un chirrido. Solía leer a solas hasta muy pasada la medianoche. Solo. Sin más compañía que ese felino y ese ruido extraño, el de siempre, el que empezaba a hacerse sentir justo en el momento en que en la casa todos dormían menos él. Al principio lo aterrorizaba, ahora sólo lo distraía. A veces lo atemorizaba. Sería la vecina, suele hacer ruidos extraños, dicen que restaura muebles antiguos .Podría provenir del freezer, sonaba a hielo formándose. Lo remontaba a su infancia y ese correr del viento frenético entre los árboles. Lo esperaba cada madrugada como se espera el trueno ensordecedor después de la luz del rayo. Era penetrante, perturbador, indescriptible. Lo asustaba tanto como un tiro que escuchó en su niñez. A veces sonaba abrumador, a veces sigiloso. Esteban se mueve en su sillón buscando una posición confortable.



Cada vez que sale de su escritorio y enciende una de las luces el ruido cesa. El hombre logra meterse en su lectura. No pasan más de dos minutos, y el maldito de vuelta ahí. Trata de afinar su oído para percibir de dónde viene exactamente. Le resulta difícil. La puta, no se puede concentrar. Ese ruido lo está volviendo loco.”¿Por qué sólo de noche?” “¿Y durante el día qué?” Era evidente que alguien quería perturbar su psiquis. Todo era raro: el gato abandonaba sus pies, desaparecía de escena, el ruido se hacía más penetrante.


Alguna vez despertó a su esposa, quería saber si ella podía escucharlo. A pesar de sufrir de insomnio la respuesta de su mujer siempre era negativa. Dicen que los muebles suelen crujir en el silencio de la noche. Pero, éste no era ruido a madera muerta. Éste tenía vida. Pasaron dos, tres meses, y todo igual. Esa percepción a la noche cuando todos dormían. Hasta casi decide dejar de pasar esos momentos a solas. Lo estaba invadiendo el terror. El ruido provenía de la casa, sin lugar a dudas. Pero, debía descubrir qué era aquello. Estaba dentro de la casa. Nadie más lo oía, ni sus hijos, ni su mujer, ni la agria de su suegra cuando venía de paseo. El maldito ya formaba parte de sus noches. Tendría que compartir ese momento suyo con su libro elegido y con el misterioso ruido. Pero, ¿Hasta cuándo? Toda la vida. No lo soportaría. Hasta pensó en mudarse de esa casa. Pero le había costado encontrar una propiedad cómoda, en un barrio tranquilo y además mucho sacrificio para pagarla. En sus momentos de insomnio elegido hasta pensó en traer a un exorcista, dicen que a veces da resultado. “Pensamientos ridículos”, se decía.






Resignado ante esta situación recurrente, Esteban se dispuso a leer la novela elegida hacía varias semanas. Y sí llevaba tiempo con ella, la perturbación era constante por lo que la lectura se hacía lenta, tan perezosa como el gato de la casa. En su escritorio solo. Se distrajo mirando la mancha de humedad que aparecía encima de la biblioteca, formando una figura similar a un dragón.

Todos dormían. Excepto el gato. Estaba en la cocina, muy despierto. Se acerca al animal y lo ve agazapado, sobre una rata negra y grande. Esa rata peluda, con esa cola larga le produjo náusea. Sintió vergüenza al asustarse de modo tan particular por la presencia de ese bicho. Le vinieron a la mente unas ratas diminutas, recién nacidas, con sarna, que había visto en el fondo del terreno de su casa, cuando era niño. Animal escurridizo sin igual. Hubiera emitido un grito desgarrador. Pero todos dormían y encima la suegra iba a pensar que era medio marica.

Lo extraño de esta situación es que el gato, cretino y sucio, en lugar de estar atacándola estaba viviendo con el bicho esa situación .Ese era el ruido!!! El gato de mierda y la puta de la rata. Era como le había contado su amigo Rafael, en los buques de la marina mercante los felinos desgraciados solían tener romances con las ratas hospedadas en el lugar. Por eso el capitán del barco prefería a los hurones.


Agarró lo primero que tenía a mano, un palo de amasar. Intentó separar a los animales, el pedazo de madera con forma de cilindro resultaba chico y lo único que logró fue romper ese jarrón chino que le había regalado la madre de su mujer para la última Navidad. Sonrió ante tal logro, si al final de cuentas hacía meses que se lo hubiera tirado a la vieja por la cabeza. El ruido a porcelana rota y desparramada por toda la cocina despertó a toda la familia. La esposa apareció con la máscara facial, los ojos medio cerrados, tambaleando y casi se desmaya ante tal espectáculo. El hijo de 15 años intentó intervenir, le divertía la escena, pero su dulce abuela materna lo tomó de un brazo y lo inhibió. Al final apareció la hija, con los pelos alborotados , pegó un grito tan afinado que más de una vecina, de esas que tampoco duermen durante la madrugada, lo escuchó y dio dos vueltas de llave a la puerta de la casa. Todos mirando desde lejos, no podía temer a un bicho espantoso, asqueroso como ese. Había visto cosas más desagradables cuando tuvo que embarcar para Las Malvinas en el 82. Claro, pasó mucho tiempo y ya poco recordaba de lo vivido ahí.


Abrió otro cajón del mueble y agarró una espumadera medio rota, la cuchilla con la que cortaba la carne del domingo, la sartén que había quedado sucia de la cena. Con todo esto en sus manos alborotado pegó para todos lados. Tiró todo por el aire, contra los dos enamorados. La rata intentó treparse por la ventana que estaba semiabierta en la parte más alta de la cocina. Antes de lograrlo la cuchilla afilada quedó incrustada en su lomo. Corría sangre de color extraño. La suegra se desparramó en el suelo, un paro cardíaco, una subida veloz de su presión. A la mujer se le despegó la máscara verde, la que le cayó intacta en la cerámica del mismo color. El hijo se acercó a la escena y participó del motín.

La adolescente corrió a su habitación y llamó por teléfono a su mejor amiga para contarle lo sucedido.

El gato se ligó algunos golpes bien merecidos, quedó desmayado contra el rincón del aparador inglés de madera oscura y mármol de carrara.

El felino de la casa, tan tonto como siempre, viviría su vida triste y angustiado. Habían matado a su amante. No se acercaba a Esteban.


Al fin nuestro hombre se liberó del ruido, del gato, de la rata y hasta de la suegra.

Algún libro y la plenitud nocturna volvieron a ser suyos para siempre.



GRACIELA- 22-11-08

02 AM